Sábado 14/10/23
Hoy hemos tenido un largo día de viaje. Lo más destacado de la mañana fue ver un gallo y un gato fuera de nuestro hotel mientras hacíamos las maletas para irnos. Paramos en un McDonald’s para almorzar y seguimos avanzando.
Después de un poco de tráfico denso y desvíos, por fin llegamos a nuestra primera parada: ¡Jacksonville! Cenamos con unos amigos en The Fish Company, donde comí unos calamares a la brasa increíbles, y luego volví a su casa para pasar la noche. Mi marido, Tate, se fue inmediatamente a dormir a la habitación de invitados, mientras mi hija correteaba quemando energía y mi bebé acurrucaba a mi amiga. Me fui a la cama hacia medianoche preparada para hacer el tramo final del viaje al día siguiente.
Domingo 15/10/23
Fuimos a almorzar a Beach Hut Café (donde mi hijo de 9 meses intentó robarle a Tate las tostadas francesas de su plato), después nos despedimos de nuestros amigos y volvimos a la carretera. Fue otro largo día de monótona conducción, sólo interrumpido por un punto de interés que apareció en nuestro mapa y que decidimos visitar.
Nuestro mapa decía que el GRAN Hombre de la Luna de MTV estaba en la siguiente salida, y después de visitar la estatua del Hombre Polilla y el lápiz gigante, pensé que sería una gran oportunidad para estirar las piernas, dejar que mi hijo pequeño correteara y hacer algunas fotos. Aparte de la estrella azul de nuestro mapa, no había ninguna indicación en la salida ni en la carretera principal de que hubiera ningún Hombre Luna cerca.
Entonces, una gran figura apareció a la vista. No estaba en una zona turística ni expuesta de forma prominente como esperábamos. Estaba… en un almacén.
Después de descubrir que el GRAN Hombre de la Luna de MTV no era en realidad un destino turístico (¿o quizá uno muy malo?), nos echamos unas risas e intentamos volver a la autopista. No había una rampa de acceso de vuelta a nuestra ruta, así que tuvimos que ir unos diez minutos por una carretera que tenía comunidades cerradas a ambos lados y señales de Bear X-ing. Fue una experiencia única, ¡por no decir otra cosa!
El resto del trayecto no fue tan emocionante, a menos que considere emocionante que mi hija tuviera una rabieta en Publix mordiéndome y lanzando botellas de vitaminas a desconocidos. Finalmente llegamos a nuestro adorable Airbnb esa noche, con mis padres, que condujeron por separado, llegando un poco más tarde. Disfruté de una ducha muy necesaria, de deshacer las maletas y de un calzone de setas de un lna pizzería local (¡estaba deliciosa!). Finalmente me metí en la cama, leí unas cuantas páginas de The Haunting of Hill House y me quedé dormida, feliz de empezar por fin mis citas preoperatorias a la mañana siguiente.